Fundadora
« Mujer del futuro evangélico » (Juan Pablo II)
Nacimiento de su vocación en familia
Nacida el 14 de mayo de 1820, Luisa de Montaignac, la quinta de seis niños, descubre el Amor de Dios en familia. Después de una travesura, de naturaleza sensible, se disculpa diciendo: " Perdóneme, yo la amaré más”.
A la edad de siete años queda profundamente marcada por la pobreza de un nacimiento:
"Comprendí ese conmovedor misterio de un Dios niño, pobre y sufriente… y comencé a amarlo".
Después de algunos años como interna Luisa es muy desdichada. Recibe en Nevers, en casa de su tía y madrina, la Señora de Raffin, una profunda formación humana, cristiana y espiritual.
Luisa se aprende los cuatro Evangelios para prepararse para su Primera Comunión.
A los 13 años de edad ella se transforma: ¡de aturdida, se vuelve tranquila y reflexiva bajo la influencia de la acción divina hasta el punto de hacer esfuerzos para no parecer tan recogida en público!
"Desde mi primera comunión permanecí bajo la acción divina" confiesa cincuenta años después.
Siendo adolescente se apasiona por los escritos de Santa Teresa de Ávila; en 1861 añade el nombre de Teresa al suyo.
En la noche, después de una larga jornada, le gusta rezar y alabar con los salmos de David contemplando el Loire.
Una amistad espiritual la une a su tía quien le da a conocer el voto al Sagrado Corazón a través del convento de Los Pájaros de París (congregación de Nuestra Señora).
El 8 de septiembre de 1843 Luisa pronuncia su voto: don total de sí para responder al Amor de Dios y hacerlo conocer y amar.
"El voto al Sagrado Corazón ha hecho mi vida, ha hecho la Pía Unión" dice ella años más tarde.
Su realización de mujer cristiana
Viendo la realidad de Francia después de la revolución francesa, a principios del nacimiento del mundo industrial, su tía concibe en 1844 un plan para reavivar el espíritu de fe y actuar en una sociedad que olvida el Amor de Dios, donde la ciencia ocupa el lugar de Dios.
Vislumbra una red de mujeres unidas entre ellas por la devoción al Sagrado Corazón e influyentes en su medio para penetrarlo de los valores evangélicos.
Desgraciadamente, ella no puede realizarlo porque muere poco tiempo después y deja a Luisa, heredera de su proyecto.
De hecho, Luisa renuncia a entrar en el Carmelo bajo los consejos de su director espiritual.
Originaria de Bourbonnais, Luisa viene para vivir con su familia a Montluçon en 1848 y realiza allí actividades diversas y obras con las personas que se le unen.
Es tocada por la miseria de las huérfanas y crea desde 1852 un orfanato de inspiración cristiana.
Se compromete en la congregación de Hijas de María y se dedica con sus amigas a las familias de los obreros (visitas, catequesis…).
Funda la obra de las iglesias pobres para ayudar a la organización y la ornamentación de las mismas (confección de ornamentos…).
Instaura la Adoración Reparadora en Montluçon y construye entre 1862 y 1864 una capilla dedicada a recordar el Amor del Corazón de Jesús.
Los retiros son impartidos a grupos de hombres, de mujeres, de indigentes para dar a conocer el Amor de Dios y alimentar la vida espiritual de sus asociadas.
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Como su tía, ella tiene la preocupación de la formación de la vocación de sacerdotes: crea la Obra de los Samueles donde una enseñanza primaria sólida es indispensable con una vida de fe profunda con el fin de permitirle a los jóvenes entrar en el seminario menor si así lo desean.
Nombrada Secretaria General del Apostolado de la Oración en 1875, Luisa Teresa sostiene abundante correspondencia espiritual a pesar de su enfermedad que le impide desplazarse.
A la edad de 22 años, sintió los primeras síntomas de una tuberculosis ósea, algunas curas (Néris les Bains) la aliviaron un poco y le permitieron anudar relaciones importantes.
Dotada en amistad, Luisa Teresa se entrena en la vía del amor de Dios y del compromiso hacia el prójimo.
Es cercana a las madres de familia habiendo asumido la educación de sus tres sobrinos y sobrinas a la muerte de su hermana y de su cuñado.
Poco a poco las obras se difunden en la diócesis de Moulins y en otras regiones de Francia.
Fundación de las Oblatas del Corazón de Jesús
Al mismo tiempo que Luisa Teresa actúa para dar a conocer y amar el Corazón de Jesús, fiel a su voto, intenta durante veinte años realizar el proyecto de su tía de constituir una asociación de mujeres cristianas y unidas estrechamente entre ellas por la devoción al Sagrado Corazón, orantes y activas.
Bajo los consejos de sus directores espirituales donde los jesuitas formaron parte, los intentos de afiliación fueron realizados con la Adoración Reparadora de María Teresa Dubouché (1854-1855), con las Religiosas del Sagrado de Sofía Barat (1860-1864), con los Misioneros del Corazón Sagrado de Issoudun (1865-1874).
En 1874 la Pía Unión de las Oblatas del Sagrado Corazón nace con las primeras reglas de vida aprobadas por el obispo de Moulins. Reagrupa las Oblatas que viven solas o en familia (Oblatas de Reunión y Damas Agregadas) y las Oblatas que vive en común (Oblatas Profesas).
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Elegida Superiora General en 1880, Luisa Teresa continúa la redacción de las Constituciones y la formación de las Oblatas. Maestra de vida espiritual, sus consejos son juiciosamente adaptados a las personas según su situación para que todo contribuya a la gloria de Dios. Talentos, temperamentos… son utilizados para el servicio del Señor y del prójimo.
Gracias a sus colaboradoras, con quienes ella tiene mucha cercanía, las nuevas casas se abren en París, Montélimar, Lyon después de Montluçon y Paray le Monial.
Ella vibra con los acontecimientos del mundo y de la Iglesia, lee diariamente los periódicos, manifiesta un gran amor hacia la Iglesia y sus pastores.
El obispo de Moulins le dice: "yo predico el respeto ", esto con respecto a las reglas del ayuno eucarístico, a lo que ella responde espontáneamente: "¡yo predico el amor!".
Después de un tiempo de grandes sufrimientos y de unión a la Pasión del Señor, muere el 27 de junio de 1885 en Montluçon.
El Papa Juan Pablo II la proclama "Bienaventurada" en Roma el 4 de noviembre de 1990.
La Iglesia reconoce en Luisa Teresa:
- "El modelo de una fe profundamente vivida y activa”
- "Un ejemplo luminoso que deja entrever lo que puede hacer una mujer por el bien de la Iglesia”
- "Una de las mujeres más valientes y más emprendedoras para la expansión de la devoción al Sagrado Corazón."